Dicen que para poder cambiar al mundo, primero es necesario cambiarse a si mismo…así pues para cambiar a una sociedad fundamentada en la violencia, todos tenemos a cuesta el deber de aportar nuestro granito de arena y trabajar arduamente para erradicarla, iniciando por arrancar su mala simiente de lo más intrínseco de nuestra alma.
Sólo predicando con el ejemplo podemos sembrar una semilla productiva que ramifique no sólo en nosotros y nuestro entono, sino también en nuestros hijos, esa generación a quienes debemos heredar una vida más digna y una formación basada en valores. Es tiempo de que empecemos a barrer la casa desde adentro hacia fuera, limpiando aquellas actitudes inconscientes que generan violencia y plantando nuevos sentimientos de paz.
Enseñemos a nuestros hijos a respetar al género, a entender que hombres y mujeres somos dos gotas de agua distintas con diferentes propiedades equilibrando el mismo mar, y que unidos en amor, podemos lograr que sus olas fluyan en armonía constate. Juntos seamos un equipo vencedor al que ninguna inclemencia pueda derrotar. Pongamos un basta a la violencia, clamemos un "No Mas."
Si empezamos ya, no necesitaremos un 25 de noviembre, ni un Día a la no violencia, ni la memoria de un recuerdo amargo que nos venga a atormentar. Ya no tendremos que reclamar nuestro derecho a vivir en respeto y paz, y hombres y mujeres de la mano moverán la tierra hacia el perecedero camino del progreso y la felicidad.
¡Qué cada día sea 25 de noviembre, que cada día ejemplifiquemos la paz!
Jael Uribe
Fundadora MPI
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